Como futuros maestros debemos
tener claro las diferencias entre estos dos conceptos.
El lenguaje lo podemos definir
como una facultad innata del ser humano, es decir, la forma de expresarte.
Mientras que la lengua, es el
código empleado para comunicarse, pudiendo variar en función del territorio.
El lenguaje es universal y la
lengua es particular.
El diálogo es algo esencial y
necesita de un aprendizaje para que el niño lo adquiera completa y
adecuadamente.
Actualmente, en las escuelas creo
que se potencia poco el diálogo, debido a la falta de tiempo o por simple comodidad
de los profesores, ya que ven con gran dificultad el poder organizar un diálogo
de gran grupo en clase.
Por eso, nosotros como futuros
maestros, tenemos el deber de cambiar esto.
Para acercarnos a ello, en clase
se nos ha planteado una actividad de crear un diálogo de gran grupo.
Para plantear esta actividad,
decidí que primero iba a escoger la edad y luego pensaría el tema.
El curso que yo he escogido es
para niños de 2º de Primaria, y lo que voy a realizar con ellos es un diálogo
sobre el “tiempo libre”.
Para comenzar, ese día llegaría a
clase y les comentaría a los niños alguna anécdota de algo que hubiese hecho el
día anterior o el fin de semana. A continuación, les explicaría que lo que
vamos a hacer es hablar sobre el tiempo libre, sobre que hacemos, cómo lo
aprovechamos, que es lo que más nos gusta hacer y así dejándonos llevar a otras
ramas sobre el tema que pudiesen ir surgiendo. (pues lo importante es que haya
diálogo, el fin que busco con la actividad es hablar en gran grupo)
Con el tema del niño que le
cuesta hablar en clase, desde principios llevo trabajando con él para que
aumente su participación en clase y hable e intervenga más en la clase,
llevando un programa de gamificación con él.
Por lo tanto, seguiré con dicho programa
durante el diálogo.
Respecto al niño que no para de
interrumpir, voy a hacer dos cosas.
La primera de ellas, voy a
ignorar comportamientos de interrupción con el fin de evitarlos, y la segunda
es que voy a plantear un juego basado en la gamificación en el que toda la
clase tendrá que conseguir unos objetivos para obtener un privilegio.
Para el tema de los objetivos,
fijaremos entre todos una serie de cosas que tendremos que cumplir para realizar
de forma adecuada y respetuosa el diálogo. Después, les entregaré una cartilla
con casillas para sellos, en las cuales, por cada vez que se cumpla un objetivo
de los elegidos se les colocará un sello.
La cartilla tiene un total de 5
sellos, al final de la actividad, quien haya conseguido obtener los 5 sellos,
tendrá un privilegio que por ejemplo será elegir un tema de diálogo.
De esta manera, creo que conseguiré
captar la atención de los alumnos y hacer que tengan en interés en cumplir los
objetivos para obtener un privilegio que no sabrán desde el principio.
El diálogo es muy importante para
conseguir una mayor interacción entre los alumnos, y alcanzar un buen ambiente
en la clase.
La forma de evaluación que voy a
tener de esta actividad, será mediante observación, siguiendo unos puntos que
habré fijado antes.
Conclusión.
Como futuros maestros, tenemos el
objetivo de trabajar el dialogo en clase para lograr una mejor convivencia.
Hay que tener en cuenta que
trabajar esto nos va a llevar tiempo, pero tenemos que ser capaces de crear
situaciones de enriquecimiento para nuestros alumnos ya que, trabajando el diálogo
en clase, estos van a adquirir muchas habilidades como, por ejemplo,
habilidades de relación social, habilidades de escucha y van a mejorar la
autoestima de cada uno.
Esta actividad me ha servido para
conocer la importancia que tiene trabajar el diálogo en el aula y aprender
pautas para llevar a cabo estas actividades de la forma más adecuada.
Bibliografía.
·
Labajo, I. (2018). Didáctica de la Lengua
Española. Madrid. CSEU La Salle.
Tu entrada está bien, Camino, pero hay algunas cuestiones que tienes que revisar si quieres que sea perfecta:
ResponderEliminarEl tema que has elegido es ideal para la autoexpresión, es decir, para que los niños digan lo que les gusta, pero como una sucesión de intervenciones individuales, no como un diálogo. Un buen tema para dialogar no puede basarse en gustos o en intereses personales. Estos no pueden discutirse: nadie debe decirle a otro si está de acuerdo o no con la forma en la que pasa el tiempo libre (a no ser que entremos en cuestiones éticas como la caza o el toreo). Nadie puede argumentar a favor o en contra de la adecuación de las respuestas de sus compañeros.
Un diálogo social real implica que cada respuesta que se dé, sea comentada, debatida, completada... entre todo el grupo hasta que se agote, antes de pasar a una idea nueva. Lo más importante es que no sea: yo pienso que sí por esto, yo pienso que no por aquello... sino que se escuchen y se respondan unos a otros y eso les obligue a argumentar sobre sus propias argumentaciones y sobre las de los demás. Por eso debes cambiar el tema y dejar clara tu función como moderadora para que el intercambio sea realmente social.
En la evaluación, además de los sellos con los que puedes gamificar y motivar, debes centrarte en los aspectos comunicativos y también enunciativos (volumen, pronunciación, entonación, etc.) No basta con que digas: "siguiendo unos puntos que habré fijado antes"; tienes que incluirlos en la actividad.
Deberías incluir una tabla sencillita de evaluación, fácil de rellenar, para ir anotando el progreso de los alumnos a lo largo del curso. Debe reflejar los aspectos en los que te vas a ir fijando durante la puesta en práctica de las actividades de expresión-comunicación oral. En la calificación final del ítem de comunicación oral (y de cualquiera que suponga el desarrollo de una habilidad, capacidad o competencia), no puede hacerse una media del trimestre sino tener en cuenta las últimas actividades. Se supone que el niño va evolucionando y es el momento final el que determina su nivel. Pero hay que ir recogiendo el desarrollo para ser consciente de la evolución.
Debes incluir también una tabla de autoevaluación para los niños, con los mismos items que tú vas a evaluar pero presentados de forma sencilla y con una descripción de niveles de consecución tipo: nunca-a veces-siempre o mal-regular-bien-muy bien. Cada vez se le da más importancia a hacer partícipes a los niños de sus aciertos y errores, de que tomen las riendas de su propio desarrollo de competencias. Para ello es importante que se autoevalúen y se pongan retos de aspectos a mejorar y potencien sus puntos fuertes.
Incluye, además, una breve retroalimentación (oral y pública) para cada niño. Un punto débil para mejorar (solo uno cada vez) y un punto fuerte para reforzar y felicitar (uno solo también). De esta forma, ninguno se siente mal. Aunque los niños se autoevalúen, necesitan saber qué hacen bien y qué deben mejorar desde una perspectiva externa.
Y, para ser del todo justa, pregunta también a los niños sobre la organización y desarrollo de la actividad para que te ayuden a autoevaluarte.